Aunque la copa menstrual se ha democratizado en los últimos años, en realidad es una forma muy antigua de protección periódica.
¿Está preparado para conocer la historia de la copa?
Finales del siglo XIX: los ancestros de la copa menstrual
A finales del siglo XIX se registraron varias patentes. Todo en Estados Unidos, todo por hombres, en relación con los "receptáculos catameniales", que es obviamente como se llamaban las futuras copas menstruales en aquella época.
Para información etimológica, catamenial viene del griego antiguo cata- (prefijo utilizado para formar palabras con la idea de decadencia, reabsorción, como en catástrofe o cataclismo...) y -menial (derivado de mes). Esto es todo.
Vamos a mostrarte estas "maravillas":
En 1867, S.L. Hockert, un inventor afincado en Chicago, presentó una patente: se trataba de un recipiente, terminado por una cuerda, conectada a su vez a una correa. No hemos encontrado información sobre otros inventos de esta persona. No se sabe si este dispositivo se fabricó realmente, pero se considera el primer ancestro de la copa menstrual.
En 1884, Hiram G. Farr, un ecléctico inventor de Boston (ya que también fue responsable de las ruedas de los vagones, de un motor que combinaba aire comprimido y vapor y de un dispositivo para reducir el ruido de los vehículos) presentó una patente: esta vez, una "copa" se colocaba en la vagina, pero terminaba en un tubo que llevaba a una bolsa situada en las bragas. Ideal para las menstruaciones (muy) abundantes.
Posteriormente, en 1892, Julius J Vernier también comenzó a trabajar en el tema. Primero patentó una copa interna y una bolsa blanda externa, y luego la mejoró en 1893 dotándola de un "soporte" en forma de cinturón con cables. Una vez más, es imposible saber si este dispositivo se llegó a fabricar.
Finalmente, en 1901, Jacob R Lang también se interesó por el tema e inventó esta joya tecnológica. Se trata de una copa asimétrica que, según el inventor, debería ser de goma dura. Tiene una abertura en su base, cerrada por un tapón de rosca (marca B en el dibujo). Esta copa menstrual es la primera que no tiene un soporte como tal, sino que se mantiene en la vagina gracias a los músculos.
1932: La Daintette
La empresa Dainty Maid, con sede en Connecticut (EE.UU.), registró dos patentes en 1932 y 1935 y fabricó la taza Dainty Maid de goma verde opaca.
Este modelo no está disponible en Europa.
1935: Leona W. Chalmers
Leona W. Chalmers, una actriz estadounidense, presentó una patente que la convirtió en la inventora reconocida de la copa menstrual. Su último retrato conocido es la portada de este artículo.
¿Quizás porque lo hizo producir antes de la Daintette, los documentos siguen siendo bastante vagos en este tema?
La copa de Leona W. Chalmers comenzó a producirse justo antes de la Segunda Guerra Mundial en caucho vulcanizado. Pero con la guerra, todo el caucho fue requisado en los Estados Unidos, y ella tuvo que detener la producción de sus copas menstruales.
1939: La Tassette
También en Estados Unidos, Robert P. Oreck compró los derechos de patente de Leona W. Chalmers y fundó Tassette Inc.
Comunicó masivamente (incluso alquiló vallas publicitarias en Broadway), pero se topó con el puritanismo de sus conciudadanos.
La Tassette será una "operación blanca" en el sentido de que no ganará dinero.
La producción se detuvo en 1963, explicando Oreck su fracaso por dos factores: en primer lugar, la reticencia de las mujeres de su época a lavar y reutilizar un producto de higiene (en una época de consumo desenfrenado, la 30 Gloriosa), pero también la durabilidad del producto, que hacía que las mujeres satisfechas no necesitaran comprar otro.
Pero Tassette Inc. no está disuelta...
1970: El Tassaway
... Tassette Inc. lanza la Tassaway, una copa menstrual de un solo uso diseñada para eliminar los desincentivos al desarrollo de la copa menstrual identificados por Robert P. Oreck con la Tassette: las mujeres ya no tienen que lavarla y tienen que volver a comprarla.
Pero en 1972, Tassette Inc. fue sospechosa de fraude financiero, lo que provocó su desaparición.
Sin embargo, las tazas Tassaway siguieron vendiéndose en los Países Bajos hasta 1973.
1984: El guardián
Lou H. Crawford lanza The Keeper en Cincinatti, Ohio (EEUU). La empresa sigue existiendo.
La copa menstrual Keeper está hecha de látex en EE.UU., y la empresa también fabrica la MoonCup USA, que es diferente del modelo europeo pero también está hecha de silicona.
Década de 2000: aumento del número de marcas
Se están creando decenas de marcas en todo el mundo. Casi todas ellas se basan en las primeras patentes, que ahora son de dominio público.
Las principales diferencias entre las marcas radican en el diseño del tallo (sólido o hueco, con bolas o rayas), los colores que se ofrecen (los hay de todos los colores, ¡incluso con purpurina!) y la calidad del material utilizado.
2015: La Cup Luneale
Teolab registra la patente que sirve de base a la copa Luneale : una copa menstrual de nueva generación, sin tallo, más ergonómica.
El vástago se sustituye por una zona de agarre "pre-perforada" llamada MoonPad. El anillo superior también se ha mejorado, con un perfil de lágrima, para un mejor sellado.
Esta patente Luneale, la primera innovación francesa en materia de copas menstruales, está ahora registrada a nivel internacional.
¿Y mañana?
En primer lugar, bravo y gracias si has llegado al final de este artículo (déjanos un comentario como prueba de tu paso por aquí, ¡como marcamos la cima del Everest con una bandera!)
Esperamos sinceramente que lo haya disfrutado y que haya aprendido algo.
¿Tiene idea de las innovaciones que se producirán en las copas menstruales en los próximos años? ¿Qué te falta? ¿Qué se puede mejorar? En resumen, ¿cómo podemos hacer que la menstruación sea más suave? No dudes en decírnoslo, porque al fin y al cabo, Luneale se construyó contigo.
Comments
Suis-je la 1ère ou la seule à avoir lu l’article jusqu’au bout ?? ;-)
En tous cas, merci pour ce superbe article sur l’histoire des cups menstruelle. J’ai trouvé ça très intéressant !
Premier article que je lis sur le sujet. Bravo à vous pour ces recherches.
Incroyable ! Je n’imaginais pas que c’était si ancien, et à 44 ans je pense enfin à essayer !